Una de las áreas que siempre me ha apasionado es la psicología. Hablando con profesionales pude tener un primer acercamiento al cómo por nuestra cabeza ocurren hechos extraordinarios que pasamos desapercibidos y que repercuten en todos los ámbitos en que nos manejamos. Incluso cuando nos referimos a la conformación de los aspectos más fuertes de nuestra personalidad.

¿Por qué hago esta introducción? Porque recuerdo que mi interés por este campo se originó a muy temprana edad, poco después de concluir con la lectura de “El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde” de Louis Stevenson. Era pequeño, y si bien veía esta obra como algo puramente ficcional, con el paso del tiempo y releyendo tan magnífica obra me surgieron nuevos interrogantes respecto de este tema.

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Allí podemos observar la separación de dos personalidades en un mismo sujeto. Por un lado, todo lo que representa lo bueno de nosotros y por el otro, todo lo malo y perverso.

¿Puede ser esto algo posible? Investigando en los campos de la psiquiatría esto es llamado trastorno disociativo de la identidad, en la cual una persona puede adoptar identidades distintas y a la vez opuestas.

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El libro me pareció un texto brillante y de índole puramente ficcional, pero con el tiempo me preguntaba: ¿hasta qué punto esa ficción puede transformarse en algo real?, ¿acaso en nuestra mente existe una batalla entre el bien y el mal?

Considerando estas cuestiones es interesante indagar un poco más acerca de cómo este gran escritor se inspiró para llegar a la obra.

La inspiración de Stevenson

Leyendo acerca del libro, pude dar cuenta que el autor tuvo en consideración una historia real y a la vez muy cercana para crear el personaje de Jekyll y Hyde. Así puede verse en un estudio realizado por el periodista Ian Rankin para la BBC quien asegura que la existencia de este protagonista se inspira en un célebre clérigo en Escocia (siglo XVII) reconocido por su bondad y la calidad de sus discursos, pero con una doble vida como brujo. Hablamos de Thomar Weir.

Lo que resulta interesante también, es dar cuenta que la historia de este oscuro personaje llegó a oídos de Stevenson de muy pequeño, cuando su propia niñera le contaba historias suyas. Tal fue la impresión de aquel niño (quien reconocía la existencia de este personaje por fuera de la ficción), que años después escribiría esta famosa obra, transformándose en uno de sus libros más reconocidos.

A modo de cierre

No seré el primero ni el último en decir que esta obra es brillante. Digo esto porque Stevenson logró de manera muy clara poder mostrar esa tan marcada dicotomía que existe en la psicología humana. El personaje y protagonista de la obra, se transforma en un icono de esa lucha entre el bien y el mal que se presenta en todos nosotros (mostrado de manera muy explícita en este caso) y que yendo a la realidad nos puede pasar a menudo, cuando se reprimen comportamientos por ser considerados malos.

En la obra se observa claramente esa diferencia de personalidad en un mismo individuo. Esto resultaría (lo digo en potencial) muy difícil y hasta imposible observarlo en la vida real dado que todos, al vivir en sociedad, buscamos mostrar lo mejor de nosotros, reprimiendo aquellos comportamientos que reconocemos como negativos.

Pero llegar a este punto me hace pensar en un nuevo interrogante: ¿qué aspectos de nuestra personalidad reprimimos al estar en sociedad?

Este tema es de larga data y puede que nos lleve trabajo responder esta pregunta, pero partir de ella puede sernos de mucha utilidad para conocer más lo que sucede en nuestra cabeza y entrar de lleno en el increíble mundo de nuestra psicología.