El fútbol es desde mi perspectiva uno de los iconos que definen al ser argentino ¿Por qué digo esto?

Desde que nací soy admirador de este deporte y he visto con el paso de los años, un juego que trasciende más allá de lo que pasa dentro de una cancha. En un comienzo observaba un simple juego que duraba 90 minutos sin analizar el contexto que rodeaba el deporte. Era una cita semanal que tenía con mi padre al ver todas las semanas (y en algunas ocasiones a mitad de ella también) el partido del equipo del cual soy hincha.

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Ya con el paso de los años, parándome desde un lugar de análisis, pude llegar a la conclusión de que el fútbol es un espacio que ocupa un rol muy importante en la vida de muchos argentinos. Es cierto que debe haber muchos otros a quienes le es totalmente indiferente, pero creo y hasta tengo la convicción, que a una gran mayoría de los argentinos este deporte lo moviliza y forma una rama importante de sus vidas.

No estoy en posición de considerar si en otros lugares del mundo pasará algo similar. Pero es maravilloso poder ver lo que sucede aquí, en estas tierras que han formado muchos exponentes de este deporte, los cuales muchos son figuras mundiales de todos los tiempos. Llámese Messi, Maradona, Kempes o Di Stéfano, no hay lugar en el mundo que no asocien al argentino con alguno de estos nombres.

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Lo que se puede ver en este país es una mezcla de sensaciones que van más allá del recorrido de una pelota. Me ha pasado de ver gente llorar y reír en el lapso de pocos minutos por lo que sucedía en el verde césped muchas frías tardes de invierno. Es esto a lo que llamo la verdadera esencia de este deporte, que genera sentimientos genuinos por el amor que muchos tienen hacia un club y sus colores. Son sentimientos que afloran desde lo más interno de cada uno y que (dejando aparte el lado comercial y económico que tiene el fútbol) describe lo que este deporte significa para muchos argentinos.

Creo que es un símbolo de unión que no diferencia grupos etarios, condiciones sociales ni géneros. Muy por el contrario, los une. Es parte de la magia que crea este deporte.

“El otro día fui a la cancha y cuando hicimos el gol me abracé con la gente que estaba al lado mío. Nunca los había visto. Después fuimos a tomar una cerveza” sostiene entre risas Pablo, un amigo personal que casualmente conocí cuando hace ya varios años fui a la cancha. Este breve extracto que saque de una simple charla informal, creo que describe en cierto modo al punto que quiero llegar.

Me interesó compartir esta breve cita porque mi amistad con Pablo nació cuando una primaveral tarde, por cuestión de azar, nos abrazamos festejando un gol que nos salvaba del descenso cuando por aquel entonces éramos completamente desconocidos. Otro punto más que de alguna manera me sirve para argumentar mi punto de vista. Casos como este ocurre a menudo y hablando con fieles seguidores de este deporte, no hay quien me niegue que le haya sucedido alguna experiencia similar.

Veo al fútbol como un espacio donde convergen la racionalidad e irracionalidad al mismo tiempo. Es un lugar donde algo perdido se transforma en una victoria y un motivo para festejar.

Pensando en este tema se me ocurrió una frase (me permito describirla como un simple juego de palabras) y es que el fútbol es un “deporte” que trasciende en si al mismo “deporte” ¿Por qué pensé esto?

Porque es en su misma esencia no solamente ver a 22 jugadores detrás de una pelota sino, entre otras tantas cosas, un motivo para reunirse, para llevar a cabo ayudas sociales, para festejar y también llorar, para hacer amigos, para compartir experiencias, para unir a las familias, para la inclusión social de los jóvenes, entre otras.

Esto es lo que personalmente el fútbol genera en mí. Es un símbolo que va más allá de una pelota y que creo forma parte de nuestro ser como argentinos. Y, analizándolo desde un lugar lo más objetivo posible (por lo que he vivido en carne propia en muchos estadios argentinos) es un efecto que le genera a la gran mayoría.