El poder de un miligramo

Imagínate por un segundo un miligramo de algo.

¿Cómo será de grande? ¿tendrá la cabeza de un alfiler? ¿será del tamaño de una gota de agua? ¿el tamaño de un punto hecho con un marcador escolar?

“Sea como te lo imagines, esa cabeza de alfiler, ese miligramo puede tener una potencia enorme”.

Esa imagen que te estoy contando, me la transmitió una amiga mía, que es farmacéutica. Que después de estar 10 años encerrada estudiando para recibirse, me quiso concientizar de lo poderosas que son las drogas. Tanto las drogas controladas como las drogas descontroladas.

Me dijo, “imagínate gorda, si un “miligramo controlado” te puede curar de ciertas enfermedades – y hace cien años te morías cuando no existían esas drogas- un miligramo descontrolado podría tener la misma potencia pero para un fin inverso…falla renal, hipertensión, taquicardia…

Obviamente me quedé traumada por lo que me dijo y enseguida se me vinieron a la cabeza distintas imágenes que no quisiera volver a ver. En alguna de esas situaciones estaba yo, en otras, algunos seres queridos y en otras algunos desconocidos deambuladores que no tengo capacidad de saber quiénes son.

Un miligramo

Es verdad pensé: Un miligramo te puede cambiar la cabeza, el ánimo, la personalidad, el cuerpo, la piel… Pero ¿Por qué a veces necesitamos miligramos para bailar, miligramos de desinhibición, miligramos de alegría, miligramos de descontrol placentero? Será que somos lo contrario…¿somos tímidos en un mundo que nos inhibe? ¿transitamos tristeza, somos hiper-controladores, tan racionales que no sentimos placer de otro modo?

Como obviamente no estoy capacitada para responder ninguna de éstas preguntas me puse a pensar en cuándo tomamos las “drogas controladas”.(Sí, esas que vienen en cajita con nombres raros y te las dá el médico)

Drogas controladas

Las drogas controladas también las tomamos cuando estamos necesitados de algo: estamos necesitados por algún dolor, alguna inflamación que nos produce malestar, nervios, por sensaciones feas que nos queremos sacar de encima del cuerpo y de la mente. Y el médico, supuestamente después de años de también estar encerrado estudiando -probablemente con mi amiga- nos brinda su sugerencia anotada con letra ilegible, en función de su sabionda opinión.

¿Qué miligramos pondrías en tu cuerpo? ¿Un miligramo controlado, un miligramo descontrolado?

Cómo éstas preguntas son muy serias y ya me está empezando a doler la cabeza de tanto autocuestionamiento, decidí que voy a evitar cualquiera de los dos tipos de drogas y me voy a comer unos cuántos miligramos de algún producto muy natural y orgánico si lo hubiera.

Con unos cuantos miligramos de chocolate en la boca, mi cabeza deja de pensar tanto. Sólo se concentra en el sabor en la lengua, y logro que, esos miligramos sólo repercutan, por el momento, en mi balanza y en mi talle.